martes, 5 de febrero de 2008

La carretera de la muerte

Para transitar por la autopista Colima-Manzanillo se necesitan dos cosas: Manejar a la extrema defensiva y un escapulario, para la guardia divina. Y es que la mayoría los traileres que transitan por esa vía, viajan más rápido que la aprobación del gasolinazo, sin importarles un salario mínimo los demás conductores. Eso ha provocado que, semana tras semana, existan constantes muertes a causa de las volcaduras de estos vehículos. El problema se agrava cuando afectan a terceros como sucedió la semana pasada. ¿Cuántas muertes se necesitan para que las autoridades pongan en cintura a esos cafres del volante? Sólo se ha visto que el diputado tecomense Flavio Castillo haya, por lo menos, estudiado la situación y lanzado la propuesta de que los camiones no lleven más de dos contenedores. También se había hablado de un horario para los transportistas. Parece poco probable que se tome la última medida, debido a que habría oposición de infinidad de comerciantes, aunque sería ideal pues ante la ineficiencia de la policía federal, si los choferes de traileres se quieren morir, que se maten, pero solos.
Sal de Cuyutlán
La noticia de que los salineros de Cuyutlán podrían exportar su producto a China, parecía una solución a la crisis por la que atraviesa este gremio que, año tras año, ven reducidos los precios del producto y por el contrario, aumentan los insumos que van a la alza cual vorágine. Lamentablemente, la Sal no pudo tener peor desprestigio que cuando se dio a conocer que contiene 40% de heces fecales, según el empresario Carlos Molina, quien estuviera a cargo de un proyecto de comercialización del producto al país Asiático. Es decir, la sal que muchos comemos todos los días, tiene casi la mitad de mierda.
La Laguna de Cuyutlán, cuyas aguas se usan para la elaboración del grano, recibe el drenaje de varias comunidades de Armería. Y aunque la mayoría tienen plantas tratadoras, la capacidad de recuperación del vaso lacustre es lenta. Así que mientras la laguna no se descontamine, nuestras comidas que usen la sal de Cuyutlán, tendrán la sazón involuntaria del resultado del proceso digestivo.
La última y nos vamos
Parecen infinitas las deudas que tiene el ayuntamiento de Tecomán, no sólo con proveedores y sindicato, sino también con sus propios trabajadores de confianza que siguen esperando algunas prestaciones pendientes. Ya basta de pretextos de la autoridad, porque cada vez que se le presenta un problema, la respuesta en automático es el achaque a la administración pasada, pero estamos a la mitad del trienio y esa excusa, además de trillada, es extemporánea. Se necesita ser más responsable y poner en orden la administración, en donde si es preciso, aplicar, con firmeza, soluciones radicales o impopulares, pero tal parece que a mi tocayo, ante cualquier eventualidad, le tiemblan las rodillas.

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